La detección de problemas con el alcohol es fundamental para cambiar la conducta y mejorar el pronóstico de un enfermo ingresado, pero en los hospitales europeos sólo se registra el consumo de alcohol en la historia clínica en el 43% de casos y sólo en el 7% se cuantifica este consumo, según los resultados del estudio alchimie (*), liderado por el Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Bellvitge. Esta investigación, publicada recientemente online en la revista científica Alcohol and Alcoholism, ha estudiado 2.100 pacientes ingresados en 43 hospitales de 8 países (España, Francia, Portugal, Austria, Estonia, Rusia, Letonia y la República Checa).

La detección de problemas con el alcohol durante el ingreso hospitalario es fundamental para cambiar la conducta y mejorar el pronóstico del paciente. Según destaca la Dra. Beatriz Rosón, coordinadora del equipo de detección precoz del alcoholismo del Hospital Universitario de Bellvitge y primera firmante del artículo, este tipo de actuación “permite, en primer lugar, prevenir complicaciones relacionadas con un cese abrupto del consumo, y es también una gran oportunidad para iniciar una intervención que ayude a abandonar esta conducta de riesgo “.

Se trata del primer estudio que se lleva a cabo sobre esta materia a nivel europeo. El Dr. Ramon Pujol, que lo impulsó durante su etapa de presidente de la Federación Europea de Medicina Interna (EFIM), destaca que “hasta ahora, los trabajos se habían circunscrito a un único hospital o país y eran difíciles de comparar. Gracias a esta col • colaboración internacional, liderada por un hospital con gran experiencia en detección del consumo de alcohol como es el nuestro, y que ya llevó a cabo un estudio similar a nivel español, hemos podido obtener datos más amplias y concluyentes y realizar comparaciones entre países y entre segmentos de población “.

Los resultados indican que, de los 2.100 pacientes incluidos en el estudio, 1.116 (53%) declararon beber alcohol. Estos fueron sometidos a un cuestionario estandarizado que permitió valorar su nivel de consumo en una escala de 0 a 12. De ellos, 346 (el 16% del total) fueron clasificados como bebedores de riesgo o con dependencia alcohol. Este dato sobre enfermos hospitalizados supera en 7 puntos el porcentaje de bebedores de riesgo en la población general europea. Del análisis de las historias clínicas, se desprendió que sólo en 909 casos (43%) se había registrado si bebían o no alcohol (454 consumidores y 455 no consumidores). Sólo en 143 casos (7%) constaba en la historia clínica una evaluación cuantitativa del consumo, ya fuera expresada en unidades estándares o en gramos de alcohol por día.

El estudio también encontró diferencias significativas por tipo de paciente y por países. Así, se comprobó que las mujeres y las personas mayores sufren unos niveles de infradetección del consumo de alcohol superiores a los del resto. Esta diferencia podría deberse, según los autores, a que el personal sanitario tiene una menor sospecha de consumo problemático en estos dos col • lectivos. Asimismo, la investigación ha encontrado más infradetección del alcohol en los hospitales de aquellos países donde se consume más alcohol, posiblemente debido a una tradición cultural de menor percepción de riesgo.

Un programa pionero

El Hospital Universitario de Bellvitge fue pionero con la puesta en marcha, en 2002, del primer programa de detección del consumo problemático del alcohol entre los enfermos ingresados, con el apoyo de la Subdirección General de Drogodependencias del Departamento de Salud que dirige el Dr. Joan Colom. Según la Dra. Rosón, “cuando el paciente ve claro que el consumo puede estar relacionado con la enfermedad, está especialmente motivado para dejarlo; se trata de una intervención barata, rápida, sin efectos secundarios, y muy efectiva “.

La ingesta de alcohol tiene que ver con un amplio abanico de afecciones, desde la cirrosis hepática y la pancreatitis hasta los cánceres de labio, boca, laringe, esófago o hígado. También es causa de pérdida de apetito, deficiencia vitamínica, problemas de piel, impotencia sexual, obesidad, pérdida de memoria o desórdenes psicológicos, entre otros. Asimismo, es un factor de importancia capital en los accidentes de tráfico, incluso con consumos muy moderados. Se considera que existe un hábito de riesgo, en hombres, cuando se ingieren semanalmente más de 28 unidades (por ejemplo, un vaso de vino o una cerveza), o más de 6 en una sola ocasión. En mujeres, los niveles de riesgo son más de 17 consumiciones semanales o más de 4 en una sola ocasión.

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