Diagnosticar de forma temprana el Alzhéimer es una de las mayores bazas con las que cuentan los científicos para luchar contra el avance de esta enfermedad para la que, hasta el momento, no se ha descubierto cura. Ahora, una investigación internacional en la que han colaborado investigadores del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), han descrito nuevos biomarcadores que podrían ayudar a diagnosticar el Alzheimer años antes de los primeros síntomas cognitivos.

Los resultados de este trabajo, realizado por el Centro Nacional de Investigación Geriatría y Gerontológica de Japón, con la colaboración de las Universidades Politécnica de Madrid y Complutense, han sido publicados en la revista 'Brain', y describen una nueva serie de biomarcadores que caracterizan las etapas iniciales de la enfermedad cuando aún no es apreciable ningún deterioro cognitivo.

“A menudo, demencial y Enfermedad de Alzheimer (EA) son términos usados de manera indistinguible, cuando lo cierto es que el Alzhéimer es sólo una de las enfermedades neurodegenerativas, la más frecuente pero no la única, que ocasionan demencia en edades avanzadas”, explica Pablo Cuesta, investigador del CTB- UPM y vinculado también a la Universidad de la Laguna con una beca de formación.

Esta confusión viene dada por la dificultad para discernir qué enfermedad en particular causa los síntomas cognitivos del paciente, ocasionando que ante la aparición de un deterioro de las funciones cerebrales -comúnmente de la memoria-, la EA sea el diagnóstico más común. El problema estriba en que generalmente los síntomas cognitivos aparecen en etapas tardías de las enfermedades y suelen estar causados por la existencia de un daño neuronal extenso y a menudo irreversible.

Síntomas muy tempranos

“En el caso del Alzhéimer, se sabe que los primeros indicios de la enfermedad se dan en torno a 20-25 años antes de la aparición de los primeros síntomas cognitivos. Estas alteraciones iniciales consisten en acumulaciones anómalas de un cierto tipo de proteínas en el cerebro (placas de amiloide y ovillos neurofibrilares) que únicamente son detectables mediante técnicas muy invasivas para el paciente como la punción lumbar o el escáner con tomografía por emisión de positrones (PET por sus siglas en inglés)”, explica el investigador.

El esfuerzo de la neurociencia actual está enfocado en la búsqueda de nuevas técnicas que permitan detectar esas primeras alteraciones de manera que se posibilite diagnosticar qué enfermedad en particular tiene un paciente dado y, además, hacerlo cuando aún es posible tomar medidas preventivas. Y en este sentido actuaron los investigadores que han llegado a reveladoras conclusiones.

El estudio consistió en el análisis de la actividad cerebral en reposo de 38 personas cognitivamente sanas y 28 pacientes con deterioro cognitivo leve. Además del estudio con magnetocefalografía (MEG) y de la evaluación de su estado cognitivo, todos los participantes pasaron escáneres de resonancia magnética (RM) y escáner con tomografía por emisión de positrones (PET), de forma que de todos ellos se conocía el grado de integridad estructural, el nivel de acumulación de placas de beta-amiloide, y el consumo metabólico de sus cerebros.

En base al estado cognitivo, los participantes fueron separados en sujetos sanos (CN) y pacientes con deterioro cognitivo leve (DCL). Estos 2 grupos fueron a su vez segregados gracias a la información obtenida de los análisis de RM y PET en 2 categorías, con (positivos) y sin (negativos) anomalías neurobiológicas compatibles con la EA. Los resultados de los análisis mostraron que es posible distinguir entre los 4 grupos usando únicamente la información obtenida de la MEG.

La importancia de la magnetoencefalografía

En particular, la actividad electrofisiológica de la región frontal del cerebro mostró ser fundamental a la hora de clasificar los sujetos de los diversos grupos. Los participantes con indicios neuropatológicos de la EA exhibieron una mayor actividad oscilatoria cerebral de alta frecuencia en esa región que aquellos sin indicios de la enfermedad. Además, los pacientes DCL positivos manifestaron a su vez una mayor actividad oscilatoria a baja frecuencia que los sujetos CN positivos, constituyendo dicho incremento en un marcador de la progresión de la EA.

"Este resultado a su vez mostró estar estrechamente relacionado con una reducción del volumen de la corteza entorrinal y con el decremento de la actividad metabólica en el precuneus, dos de los biomarcadores más comúnmente asociados con el inicio de la enfermedad de Alzheimer", añade el investigador de la UPM.

La importancia de este trabajo está en que este conjunto de biomarcadores específicos y mínimamente invasivos, "abre nuevos caminos hacia la identificación de los cambios cerebrales que acontecen en las etapas iniciales de la EA, en especial aquellos asociados al comienzo del proceso de acumulación de placas de beta-amiloide, el primer y principal biomarcador de la enfermedad".

Akinori Nakamura, Pablo Cuesta, Alberto Fernández, Yutaka Arahata, Kaori Iwata, Izumi Kuratsubo, Masahiko Bundo, Hideyuki Hattori, Takashi Sakurai, Koji Fukuda, Yukihiko Washimi, Hidetoshi Endo, Akinori Takeda, Kersten Diers, Ricardo Bajo, Fernando Maestú, Kengo Ito, Takashi Kato; Electromagnetic signatures of the preclinical and prodromal stages of Alzheimer’s disease, Brain, , awy044, https://doi.org/10.1093/brain/awy044

Subscribirse al Directorio
Escribir un Artículo

Últimas Noticias

El diagnóstico genético neonatal mejor...

Un estudio con datos de los últimos 35 años, ind...

Más de 1.500 cambios epigenéticos en e...

Un equipo de investigadores de la Universidad Juli...

Tuneable reverse photochromes in the sol...

A new technique allows the design of solid materia...

Destacadas

Eosinófilos. ¿Qué significa tener val...

by Labo'Life

En nuestro post hablamos sobre este interesante tipo de célula del si...

Un estudio de INCLIVA muestra el efecto ...

by INCLIVA

Han desarrollado un estudio para evaluar la correlación entre el teji...

Diapositiva de Fotos