La menopausia es una fase en la vida de toda mujer durante la que se producen muchos cambios que tienen su origen esencialmente en variaciones hormonales. La disminución de las hormonas femeninas afecta a múltiples procesos fisiológicos del organismo (pues sus receptores están localizados en diferentes células y tejidos) y sus efectos se observan a todos los niveles, desde el estado de ánimo hasta el aspecto de la piel. Tampoco el sistema inmunitario se libra de los cambios y el impacto puede ser mayor de lo que creemos.
A continuación os explicaremos qué es la menopausia, los cambios hormonales que se producen, los síntomas típicos de la menopausia y principalmente su efecto, directo o indirecto, sobre el sistema inmunitario y lo que significa para nuestra salud.
La menopausia es un proceso de reestructuración del equilibrio hormonal en las mujeres relacionado con la edad. Suele empezar alrededor de los 40 años en una fase conocida como premenopausia. Durante la siguiente fase conocida como perimenopausia (normalmente alrededor de los 47,5 años) la menstruación se vuelve irregular y por norma general, a los 51 años, más de la mitad de las mujeres han pasado ya la menopausia en sí, cuando desde su última menstruación ha transcurrido más de un año. La última fase se denomina postmenopausia y puede abarcar varios años después de la menopausia.
En los años fértiles de la mujer, las hormonas estrógeno y progesterona se encargan de preparar el cuerpo para un posible embarazo. En caso de no producirse la fecundación, la cantidad de estrógenos y progesterona vuelve a disminuir y comienza la menstruación. Posteriormente, las concentraciones de dichas hormonas vuelven a aumentar en un proceso cíclico que acompaña a la mujer hasta el final de la fertilidad, la menopausia.
A lo largo de las diferentes fases mencionadas en el apartado anterior se producen cambios graduales a nivel hormonal:
En nuestro entorno habremos oído de mujeres que apenas notan nada, pero también de otras que “lo pasan muy mal”. Es decir, el espectro y la gravedad de los síntomas varía mucho de mujer a mujer.
Entre los síntomas típicos de la menopausia encontramos los mencionados cambios en la menstruación, los trastornos del sueño, el aumento de peso y sudores. Otros signos también comunes son: pérdida de cabello, dolor en el pecho, dolor en las articulaciones, taquicardia, tensión arterial alta, dolor de cabeza, cambios de humor, retención de agua y diarrea.
Estas alteraciones de determinados procesos fisiológicos, tienen también un impacto directo sobre el sistema inmunitario. En el siguiente apartado os explicamos los principales factores a tener en cuenta.
No hay que olvidar, que con la edad las funciones del sistema inmunitario se ven afectadas. Esta disminución en las defensas naturales, conocida como inmunosenescencia, empieza a notarse también a partir de los 50, y se junta con el efecto directo de los cambios hormonales en lo que respecta a la salud femenina. A continuación destacamos los más importantes:
Durante la menopausia se observan alteraciones a nivel celular y serológico en el sistema inmunitario1,2,3. Dichos cambios implican una disminución de la respuesta inmunitaria, lo que provoca una mayor susceptibilidad a las infecciones, como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el virus del herpes simple (VHS), el citomegalovirus (CMV) y la gripe, según una revisión de 20134.
Los cambios celulares (linfocitos B, linfocitos T, células NK y otras) y serológicos (citoquinas y otros mediadores) están también asociados a un aumento del riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes5. Una de las hipótesis que se contempla es que, debido a las transiciones hormonales, determinadas reacciones agudas se transforman en reacciones inflamatorias crónicas, con aumento de autoanticuerpos.
Aproximadamente el 10-15% de las mujeres mayores de 60 años sufren un aumento de la frecuencia de las infecciones del tracto urinario.
La progesterona y los estrógenos se encuentran entre los principales reguladores del sistema inmunitario del aparato reproductor femenino. La mayoría de las células inmunitarias y las células epiteliales y del estroma de todo el aparato reproductor femenino responden a la estimulación de las hormonas sexuales. Es por ello que la disminución de estas hormonas implica cambios en los sistemas de defensa del tracto urogenital, que junto con los cambios en la acidez del tracto vaginal predisponen a las mujeres a un aumento del crecimiento bacteriano.
Como bien sabemos, el aparato digestivo, especialmente la flora bacteriana, desempeñan un papel muy importante en la función inmunológica y la salud en general. Por lo tanto, la falta de apetito y los problemas digestivos, comunes durante la menopausia, tienen un impacto directo en la eficiencia del sistema inmunológico.
La menopausia también afecta directamente los niveles de cortisol, la “hormona del estrés”6. Además, suele ser una época en la que ya de por sí el estrés aumenta. Es así por los cambios hormonales en sí y los molestos síntomas resultantes (cambios de humor, sudoración, falta de sueño…), y por otras circunstancias que se suelen dar en este período. Entre estas últimas encontramos problemas familiares y personales, como las exigencias de los hijos adolescentes o los hijos que se van de casa, los padres que envejecen y necesitan cuidado, y también cambios profesionales. La combinación de muchos estos factores suele converger en las mujeres durante estos años, desencadenando o agravando una situación de estrés que influye de forma negativa sobre nuestro sistema inmunitario.
También sabemos que la falta de sueño tiene un efecto sobre la función inmunitaria, inmediato y a largo plazo. La menopausia es una época en la que las malas noches de sueño pueden ser continuas compañeras.
La fatiga que sufren algunas mujeres durante la menopausia puede llevar a una disminución de la actividad física, hecho que también influye negativamente en el sistema inmunitario, provocando un aumento de las infecciones víricas y bacterianas y otros problemas de salud.
Aparte de todo lo mencionado anteriormente, los cambios hormonales de la menopausia y el desequilibrio que provocan, pueden afectar especialmente a la salud cardiovascular, metabólica y ósea.
Para afrontar de forma saludable la menopausia y reforzar tus defensas la mejor opción es optar por un estilo de vida saludable.
Para hacer frente a la disminución de las defensas naturales durante la menopausia, la microinmunoterapia también puede ser una herramienta eficaz, tanto en prevención como en tratamiento, acompañando a un estilo de vida saludable. Por su acción reguladora de la respuesta inmunitaria, busca apoyar el sistema inmunitario frente a los cambios que se producen con la edad, para reforzar la protección del organismo y que pueda por sí mismo adaptarse mejor a los cambios vinculados a la inmunosenescencia.