Un grupo compuesto por especialistas de diferentes áreas asistenciales del Hospital Universitario Reina Sofía, investigadores en metodología de la investigación del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC) y varios ciudadanos voluntarios de Córdoba han puesto en marcha el ‘COVID-Evidence Project’, con el fin de aplicar la mejor evidencia disponible a la toma de decisiones en la práctica clínica.

La idea nace ante la realidad experimentada en muchos centros sanitarios: la dificultad que han tenido los clínicos para poder actualizar sus conocimientos acerca de COVID-19 debido, por una lado, a la gran demanda asistencial que han hecho frente y, por otro, al crecimiento exponencial de número de publicaciones científicas que se ha producido sobre el tema en estos meses.

En este sentido, la especialista en Neumología del Hospital Reina Sofía Natalia Pascual aclara que “todo empezó en una conversación con el experto en metodología y revisiones sistemáticas, Juan Ruano. Una conversación en la que hablábamos de colega a colega sobre cómo estábamos abordando la situación desde los diferentes servicios asistenciales. Todo esto fue casi al inicio de la pandemia y, dado que el grupo del doctor Ruano tiene una línea de investigación sobre síntesis de la evidencia y meta-epidemiología en IMIBIC, le propuse que nos dieran soporte para conocer de forma actualizada qué información se estaba publicando sobre el SARS-CoV-2 que pudiera ser de utilidad para incorporarla a nuestros protocolos asistenciales”.

El inicio

Una semana después de esta conversación, ya se habían creado dos grupos: uno, formado por clínicos y otro, de investigadores y ciudadanos voluntarios, cuya comunicación se estableció a través de una red social (whatsapp) con el fin de que fuera fluida. El papel del grupo clínico multidisciplinar ha sido realizar un análisis en común de cuestiones relacionadas con la práctica asistencial. Estas preguntas, tuvieron que priorizarse por consenso y transformarse en preguntas de investigación.

Por otro lado, el dermatólogo y responsable del grupo de investigación GE3 del IMIBIC, Juan Ruano, coordinó un equipo de expertos en metodología de la investigación y de ciudadanos voluntarios para el desarrollo de una base de datos, la validación de contenidos publicados y la estrategia de síntesis y diseminación de los resultados. Así pues, este grupo da respuestas precisas a las cuestiones que los clínicos plantean a demanda, optimizando el tiempo y recursos dedicados.

Dichas respuestas se ofrecen en formato textual a través de resúmenes ejecutivos y, también, en formato de podcast, con el objetivo de que el profesional pueda decidir en qué momento y en qué formato desea consumir la información preparada. según el doctor Ruano “para nosotros los más relevante es que el proyecto permite una comunicación bidireccional y constante entre ambos grupos de trabajo. Y esto lo diferencia de otras propuestas similares que han surgido a nivel mundial, como la que ofrece la red recientemente creada COVID-END.”

Además, la doctora Pascual añade que “este proyecto es ejemplo de cómo debemos relacionarnos y retroalimentarnos entre el mundo investigador y el asistencial, ya que, si no existiera fluidez, cercanía, entre el IMIBIC y el Hospital Reina Sofía, esta iniciativa no se hubiera puesto en marcha y, quizá, no hubiéramos desarrollado todo nuestro potencial ”.

Aunque, en principio, este proyecto se dirige a los profesionales del Hospital Reina Sofía, la base de datos es de libre acceso, por lo tanto, está disponible también para todos aquellos investigadores que deseen profundizar en este área y deseen colaborar. Precisamente para dar a conocer esta forma de colaboración, se acaba de publicar un artículo sobre este proyecto en una de las revistas más prestigiosas de evidencia clínica y epidemiología en el mundo, ‘Journal of Clinical Epidemiology’.

Fuente de datos científicos y calidad metodólogica

El proyecto requiere, en primer lugar, ordenar el conocimiento científico sobre Covid-19 mediante la creación de una base de datos que contiene la evidencia científica disponible de forma estructurada y ofrecerla (en base a criterios de calidad y área de conocimiento), para que el especialista pueda consumirla en diferentes formatos. Y en segundo lugar, para responder preguntas concretas que los clínicos se formulan en su práctica asistencial diaria.

Esta herramienta ofrece una información muy útil, ya que el trabajo de este grupo de expertos en metodología ha permitido revisar la bibliografía y estratificar las publicaciones teniendo en cuenta el tipo de estudio realizado; ofrecer resúmenes ejecutivos de las informaciones publicadas; clasificarlas por áreas de conocimiento (epidemiología de la enfermedad, diagnóstico, tratamiento, generalidades clínicas, medidas de protección, soporte respiratorio no invasivo o estrategias gubernamentales, entre otras) y ofrecerlas a los clínicos en diferentes formatos para facilitar su accesibilidad y consumo.

La fuente de datos original de la que se nutre la base de datos es la de la Organización Mundial de la Salud [WHO database of publications on coronavirus disease (Covid-19)]. A partir de ella, este grupo de profesionales la ha enriquecido etiquetando manualmente cada referencia bibliográfica con términos de lenguaje libre a fin de facilitar búsquedas rápidas y específicas.

En este aspecto, la neumóloga del hospital Natalia Pascual concluye que “para los clínicos, esta iniciativa está resultando de gran utilidad, no sólo porque nos ahorra tiempo en un momento clave de demanda asistencial, sino por lo que nos ofrece: un resumen fiel de la información publicada junto a un análisis crítico de la calidad de dicha evidencia. Este último aspecto es muy importante, ya que no todas las publicaciones tienen la misma calidad. Por ello, contar con un trabajo riguroso como el que nos ofrecen los metodólogos es una gran ventaja y una oportunidad que debemos ofrecer a nuestros pacientes”.

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