En opinión de Michelle Mottola, investigadora de la Universidad de Western Ontario (Canadá), nuestra salud actual es seguramente un reflejo de lo que pasó en el útero de nuestras madres.

En efecto, el proceso de embarazo y parto puede resultar determinante para la vida futura de las madres y sus hijos. Son muchas las evidencias científicas que confirman que el bienestar del entorno intrauterino, y por ende la calidad de vida de la mujer gestante, es en gran medida responsable de la futura salud de cada ser humano. Esto es así por la gran cantidad y calidad de modificaciones que este período ocasiona en todos los ámbitos del organismo femenino y también en la vida fetal.

Lamentablemente, los actuales estilos de vida (elevados niveles de estrés, sedentarismo, deficiente alimentación), junto con la actual situación de pandemia, generan ciertas complicaciones. Estas complicaciones incluyen alteraciones de carácter metabólico (excesiva ganancia de peso, diabetes gestacional) y cardiovasculares (hipertensión gestacional), pero también de orden locomotor (dolores articulares y musculares), incluso psíquicos y emocionales (ansiedad, depresión prenatal). Y no solo amenazan el deseado bienestar de la mujer gestante sino también la salud de su descendencia tanto a corto como a largo plazo.

¿Existe posibilidad de prevenir esta problemática? Son muchos los estudios que demuestran que la actividad física moderada y regular proporciona esa deseada calidad de vida durante el período gestacional, incluso más allá del mismo. Se puede decir que no existen dudas acerca de los numerosos beneficios de un embarazo activo, no sólo en relación a aspectos de carácter fisiológico, sino también psíquicos y emocionales.

De forma concreta, en cuanto a los conocidos como “resultados del embarazo”, el ejercicio físico moderado supervisado durante la gestación ha demostrado ser una excelente herramienta para el control de las excesivas ganancias de peso gestacionales (un problema de difícil solución en los países desarrollados), generar una menor tasa de partos instrumentales y por cesárea, acortar la duración total del parto, reducir significativamente el riesgo de una diabetes gestacional, hipertensión gestacional o macrosomía fetal (fetos con peso excesivo).

Lo más interesante es que los beneficios de la implementación del ejercicio moderado y supervisado durante el embarazo pueden extenderse a la salud del nacido a largo plazo. Entre otras cosas hemos comprobado que en los hijos e hijas de madres con un embarazo activo se reduce significativamente el riesgo de sobrepeso y obesidad durante el primer año de vida del retoño. A ello habría que unir estudios que apuntan a una menor probabilidad de enfermedades crónicas, tanto en la gestante activa como en el vástago.

Embarazo en movimiento

Ante esta situación, la Universidad Politécnica de Madrid, junto con el Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Severo Ochoa de Leganés, han puesto en marcha el Proyecto titulado “Un embarazo físicamente activo”. Se trata de una iniciativa novedosa que intenta transmitir la idea de la actividad física moderada y regular como un elemento básico para la salud de la madre, el feto y el recién nacido. Especialmente ante las importantes complicaciones que la actual situación de pandemia ha ocasionado y seguramente generará en el bienestar y calidad de vida de la mujer embarazada.

El proyecto incluye un Ensayo Clínico Aleatorizado que actualmente se desarrolla en el centro hospitalario, en el que también participan otros hospitales (Torrejón y Puerta de Hierro de Majadahonda, en Madrid, y Vall de Hebrón de Barcelona), así como centros privados (Clínica Zuatzu de San Sebastián). Pero además ofrece asesoramiento gratuito a las mujeres embarazadas para el desarrollo de actividad física autónoma, fortalecimiento del suelo pélvico, higiene postural, posiciones operativas recomendadas, etc.

Impulsado por el veterano Grupo de Investigación “Actividad Físico-deportiva en Poblaciones Específicas” (AFIPE) de la Universidad Politécnica de Madrid, parte un programa-modelo universal de ejercicio físico para mujeres gestantes que no presenten contraindicaciones de tipo obstétrico.

Se estructura en siete partes que intentan, desde el ejercicio físico moderado y supervisado, responder a todas las modificaciones impuestas por el complejo proceso de embarazo y parto: activación, resistencia aeróbica, fortalecimiento muscular, coordinación y equilibrio, flexibilidad y relajación, fortalecimiento de la musculatura del suelo pélvico y una charla final (puesta en común). El peso de cada elemento va fluctuando a lo largo del embarazo respondiendo a la lógica naturaleza del proceso de gestación.

Si bien los resultados del proyecto “Un embarazo físicamente activo” no serán observables de forma inmediata, las expectativas son ampliamente alentadoras. Para las mujeres gestantes, pero, sobre todo, para la salud de futuras generaciones.

Artículo íntegro en The Conversation

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