Una de las aves migradoras más abundantes de Europa, la curruca capirotada (Sylvia atricapilla), es la preferida por los ornitólogos para estudiar el comportamiento migratorio de estos animales voladores. Su peculiaridad es que pueden convivir en una misma zona geográfica ejemplares que migran y otros que no, denominados residentes.

Un equipo internacional de investigadores dirigidos por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha estudiado sobre el terreno las diferencias de comportamiento entre las aves migradoras y las residentes en los sotos del río Serpis de Alcoy (Alicante).

“Las currucas residentes ‘ganaban’ los enfrentamientos donde competían con las migradoras”, señala Michelangelo Morganti, investigador del departamento de Zoología y Antropología Física de la UCM y autor principal del estudio. “A pesar de ser más pequeñas parecen ser más ‘peleonas’, es decir, mostraron un comportamiento más agresivo”, añade.

Macho de curruca capirotada con radioemisor montado en la espalda. A la derecha, un investigador con antena receptora de señales radio. / Michelangelo Morganti.
Macho de curruca capirotada con radioemisor montado en la espalda. A la derecha, un investigador con antena receptora de señales radio. / Michelangelo Morganti.

Según los científicos, esta actitud podría explicarse porque tratan de defender su territorio de nidificación a lo largo de todo el año. Además, gracias a su ‘valentía’ consiguen acceder antes a las fuentes de comida en invierno.

En el artículo, publicado en Animal Behaviour, los investigadores diferencian entre dos tipos de currucas migradoras. El grupo minoritario lo forman las aves que se reproducen en primavera en el valle del Serpis y que en invierno se marchan a otras áreas buscando condiciones más favorables. El conjunto más numeroso lo engrosan currucas que pasan el invierno en la zona alicantina y migran en primavera hacia sus zonas de cría en el centro y el norte de Europa.

Los investigadores han descubierto que las aves residentes se mueven poco de su área de reproducción y que, en invierno tienden a explotar recursos alimenticios más variados que las migradoras, posiblemente, porque conocen mejor el territorio.

Seguidas con radiotelemetría

Para seguir a las aves, los científicos han utilizado la radiotelemetría, que se basa en colocarles en la espalda radioemisores miniaturizados de unos 0,4 gramos y del tamaño de una lenteja. Estos dispositivos emiten una señal acústica constante.

“Para localizar a las aves el investigador lleva un receptor conectado a una antena y unos auriculares. Moviéndose por la zona se pueden localizar sus posiciones sin molestarlas”, señala Morganti.

El estudio, en el que también han participado investigadores de dos instituciones italianas –la Universidad de Pavia y el Museo de las Ciencias de Trento– es el primero que demuestra sobre el terreno el poder dominante de las aves residentes respecto a las migradoras.

Referencia bibliográfica: Michelangelo Morganti, Giacomo Assandri, José Ignacio Aguirre, Álvaro Ramirez, Mario Caffi y Francisco Pulido. “How residents behave: home range flexibility and dominance over migrants in a Mediterranean passerine”, Animal Behaviour 123, enero de 2017. DOI: 10.1016/j.anbehav.2016.10.021.

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