De entre la abrumadora diversidad de subtipos de tumor que pueden afectar al sistema inmunitario y la vida de un paciente con cáncer hematológico, el linfoma difuso de células B grandes es uno de los más frecuentes. Representa entre un 30 y un 40 por ciento de los linfomas no Hodgkin y, aunque puede aparecer en cualquier edad, suele afectar principalmente a pacientes de en torno a los 60 años. Son linfomas agresivos, en los que aproximadamente 1 de cada 3 pacientes no responde a las terapias convencionales, por lo que es fundamental avanzar en su conocimiento, para encontrar tratamientos más eficaces.

Investigadores del Cima y de la Clínica Universidad de Navarra han puesto al descubierto nuevos mecanismos patogénicos implicados en el desarrollo de este linfoma. “En concreto, hemos identificado “adicciones” genéticas a las que se “engancha” el tumor para sobrevivir y estrategias moleculares de camuflaje que podrían convertirse en su propio talón de Aquiles”, según explica el Dr. Sergio Roa, investigador del Programa de Hemato-oncología del Cima Universidad de Navarra y codirector del estudio. Los resultados se han publicado en Blood, una de las revistas científicas más importantes en el ámbito hematológico.

“Con la vista siempre puesta en las mutaciones que aparecen recurrentemente en los pacientes con linfoma, hemos recapitulado en modelos animales de ratón hasta tres de las rutas moleculares más frecuentemente alteradas en esta enfermedad”, explica el Dr. José Ángel Martínez Climent, co-investigador del estudio.

Según los autores, “el resultado de este trabajo permite conocer mejor el origen y la progresión del linfoma difuso de células B grandes, ya que evidencia las mutaciones genéticas clave de las que se valen las células tumorales para sobrevivir, proliferar y escaparse de las propias defensas inmunitarias del paciente”.

Avances hacia un ensayo clínico

Una vez descritas las alteraciones moleculares, los científicos del Cima y de la Clínica Universidad de Navarra han diseñado una nueva estrategia de inmunoterapia que combina dos anticuerpos monoclonales. “Se trata de la administración conjunta de anti-CD20 (a modo de ‘flecha’ contra el tumor) y de anti-PD1 (a modo de ‘revitalizante’ de las células inmunitarias que luchan contra el tumor), que ya están aprobados para uso clínico en otros tipos de cáncer. La novedad es que esta combinación de inmunoterapia en nuestro modelo animal de linfoma ha mostrado resultados muy esperanzadores, que presentamos como prueba de concepto preclínica. Por ello, es una opción terapéutica que podría llegar pronto a pacientes con este tipo de linfoma agresivo en forma de futuros ensayos clínicos”, sugiere el Dr. Roa.

A partir de ahora, los investigadores se van a centrar en analizar los mecanismos moleculares y la importancia del microambiente tumoral que condicionan la respuesta a este tipo de inmunoterapia, con el objetivo de “conocer más y diseñar mejor” alternativas terapéuticas para esta enfermedad.

El trabajo dirigido en el Cima, cuyos autores pertenecen al CIBER de Cáncer (CIBERONC), ha contado con el impulso de ”la Caixa” y Fundación Caja Navarra, de la Agencia Estatal de Investigación y de fondos FEDER de la Unión Europea, entre otras instituciones públicas y privadas.

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