Los investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) José Ramón González Porras y Tatiana Costas Rodríguez, de los servicios de Hematología y Ginecología del Complejo Asistencial Universitario (CAUSA), colideran un proyecto pionero a nivel nacional para un mejor abordaje de pacientes con sangrado menstrual abundante, con el objetivo de detectar si existe algún trastorno hemorrágico hereditario asociado, altamente infradiagnosticados, y mejorar la calidad de vida de estas mujeres.

José Ramón González Porras, Genoveva Corral de la Cruz y Lourdes Hernández Hernández.

El sangrado menstrual abundante (SMA) es muy común entre la población femenina, con una prevalencia que oscila, según diferentes estudios, entre el 20 y el 46%, pudiendo llegar a representar más de un tercio de las consultas de Ginecología. Asocia frecuentes episodios de anemia, ferropenia, y fatiga, lo que compromete significativamente la calidad de vida de las afectadas, especialmente entre las adolescentes y perimenopaúsicas. Y supone una merma a nivel psicológico, social, laboral y sexual para las pacientes que lo padecen.

Sin embargo, “muchas lo normalizan y lo atribuyen a una condición heredada de sus madres o abuelas y no le dan importancia”, por lo que es fundamental incidir “en la concienciación, no solo entre las mujeres, sino también entre los profesionales sanitarios, para averiguar si puede ser patológico e investigar la causa que lo produce y ponerle tratamiento”, tal y como apuntan las ginecólogas María José Doyague Sánchez, Lourdes Hernández Hernández, Tatiana Costas Rodríguez, Genoveva Corral de la Cruz y María Cabrero Segurado, del Grupo de Investigación de Reproducción Humana del IBSAL.

En este contexto, y aunque no existe demasiada literatura científica disponible al respecto –de ahí también la importancia de este proyecto-, se estima que entre un 10 y un 20% de las afectadas por sangrado menstrual abundante, e incluso hasta el 30% en población más joven, padecen un trastorno hematológico subyacente.

Así, como indica el investigador principal y coordinador del grupo Patología trombótica y hemostasia del IBSAL, el Dr. José Ramón González Porras, lo que pretendemos es “identificar qué mujeres con sangrado menstrual abundante, que han sido valoradas previamente en Ginecología, puede tener un trastorno hemorrágico hereditario mediante un riguroso protocolo de test hemostáticos estandarizados y, en algunos casos, especialmente complejos”.

73 pacientes reclutadas con un 30% de trastornos hemorrágicos diagnosticados

De momento, se han reclutado a 73 pacientes, con una media de edad de 28 años, a las que se hará un completo seguimiento durante un año, y de ellas ya se han diagnosticado trastornos hemorrágicos hereditarios a un 30%, sobre todo la Enfermedad de von Willebrand, aunque también algunas colagenopatías , “un porcentaje alto que concuerda con series previas, aunque realmente hay muy pocos estudios al respeto. Lo normal es que muchas convivan con la patología sin saberlo toda la vida”, aseguran las investigadoras.

Las pacientes, gracias al abordaje multidisciplinar del estudio, han sido derivadas desde el médico de Familia, Pediatría, Urgencias o el propio ginecólogo, y tras pasar inicialmente por un completo examen en el Servicio de Ginecología para descartar que no haya patología orgánica o funcional, como miomas o quistes que puedan producir el sangrado, y responder a una serie de cuestionarios para filiar la calidad de vida en relación con las reglas abundantes, entran en el estudio para valorar una posible enfermedad hematológica y tener un tratamiento multidisciplinar.

En este punto, y si las pruebas iniciales y el historial de sangrado apuntan a un posible trastorno hemorrágico hereditario, se van aplicando exámenes sanguíneos más específicos para valorar si existe Enfermedad de von Willebrand, algún tipo de coagulopatía rara, un mal funcionamiento de las plaquetas o incluso otras afecciones que afectan al colágeno o al endotelio, “mucho más complejas de diagnosticar y que requieren estudios genéticos”, tal y como explica el hematólogo José María Bastida. Después, son incorporadas a un seguimiento anual con cuatro visitas para la optimización del tratamiento ginecológico propuesto de base.

En este sentido, el proyecto también pretende validar la utilidad de la incorporación de nuevos test hemostáticos, como la agregometría, o test globales de hemostasia, como el CAT o el ROTEM, para mejorar el diagnóstico de estos trastornos. De la misma manera, se están validando nuevas encuestas de cuantificación del sangrado de origen ginecológico para analizar el sangrado menstrual abundante.

“Una de las fortalezas del estudio es que es prospectivo. Tras la primera evaluación por los compañeros de Ginecología a punto cero, las vemos en Hematología, y ambos servicios les van haciendo un seguimiento a los 3, 6 y 12 meses, evaluando su calidad de vida y aplicando una serie de tratamientos en función del diagnóstico”, añade el Dr. José María Bastida.

Los primeros resultados al respecto son muy alentadores. Tal y como explica la doctoranda María Cabrero Segurado, un estudio preliminar realizado a las 50 primeras pacientes que completaron los tres meses del seguimiento y tratamiento, reveló una mejora significativa, no solo en las puntuaciones relativas a la calidad de vida, sino también en las analíticas. “Estamos muy contentos con estos datos, porque es muy relevante que ya se aprecie esta mejoría en el primer punto de corte y con una muestra todavía pequeña”, resalta.

Perspectiva de género

Un avance cualitativo que también responde a la perspectiva de género que se incluye en este proyecto de investigación, cuya finalidad tiene en cuenta las necesidades y los problemas de la salud menstrual, tanto para ampliar su conocimiento -sus causas, entre ellas los trastornos hemorrágicos, y sus tratamientos eficaces-, como para contribuir a la deconstrucción de estereotipos y mejorar la calidad de vida de las mujeres.

“Menos de la mitad de las mujeres con sangrado menstrual abundante acuden a consulta por iniciativa propia, al asumir su patrón de sangrado como normal o por ser un tema “tabú”, sobre todo en adolescentes. Por ello, pretendemos dar información y visibilizar los datos de alarma de este problema para que lo consulten con el médico. La anemia y la ferropenia asociadas aumentan los niveles de cansancio e impactan negativamente en el rendimiento académico, laboral y personal de la mujer. Además, se produce un aislamiento social y un cambio en los hábitos de vida, vestimenta o limitación de las relaciones sexuales que un correcto diagnóstico y tratamiento pueden evitar”, tal y como destacan los investigadores.

Con esta finalidad, se está llevando a cabo también un muestreo en la Universidad de Salamanca para concienciar a las jóvenes sobre los riesgos del sangrado abundante, un trabajo que formará parte de un TFG, y cuyos datos parciales ya reflejan una prevalencia del 30% de esta patología ginecológica.

En definitiva, este proyecto conjunto de los Servicios de Ginecología y Hematología, único entre los hospitales españoles y que cuenta con financiación GRS (GRS 2493/A/22), busca mejorar el diagnóstico de los trastornos hemorrágicos que cursan con sangrado menstrual abundante, desde la óptica de un abordaje multidisciplinar y un protocolo riguroso de test hemostáticos y moleculares, lo que constituye una estrategia novedosa y con repercusión directa tanto en el impacto de la salud femenina, como en el ahorro de costes al sistema, debido la mayor eficiencia diagnóstica y terapéutica.

El IBSAL

El Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) se constituyó el 21 de marzo de 2011 mediante un convenio firmado por la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León y la Universidad de Salamanca, al que se sumó en febrero de 2012 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En él se integra y coordina la investigación biosanitaria que se lleva a cabo en el Hospital Universitario de Salamanca, la Gerencia de Atención Primaria de Salamanca y el área biosanitaria de la Universidad de Salamanca, incluyendo el Instituto de Neurociencias de Castilla y León y el Instituto de Biología Molecular y Celular del Cáncer.

Su actividad científica se estructura en seis áreas, con un total de 78 grupos de investigación: Cáncer (22 grupos); Cardiovascular (8); Neurociencias (12); Enfermedades Infecciosas, Inflamatorias y Metabólicas (17); Terapia Génica y Celular y Trasplantes (5) y Atención Primaria, Salud Pública y Farmacología (14).

Imagen: De izquierda a derecha, los investigadores del IBSAL Tatiana Costas Rodríguez, José María Bastida Bermejo, María José Doyague Sánchez, María Cabrero Segurado.

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