Por Javier Sampedro / EL PAÍS

Que la tuberculosis humana y la bovina están causadas por dos bacterias diferentes es cualquier cosa menos una sorpresa: ya lo señaló así Robert Koch, el descubridor de la bacteria causante de la enfermedad, conocida a menudo como bacilo de Koch. Los microbiólogos de la Universidad de Zaragoza, el Instituto Carlos III de Madrid y sus colegas de París han descubierto la razón por la que Mycobacterium bovis, el microbio de las vacas, resulta un verdadero inútil a la hora de infectar humanos: se trata de unas pocas mutaciones en un solo gen, ya conocido por su efecto drástico en la virulencia. El trabajo sugiere un mecanismo simple para crear una vacuna humana mejor que la actual. Tardará 10 años en el mejor de los casos.

La especie bacteriana que infecta a los humanos se llama Mycobacterium tuberculosis, que se propaga sigilosamente por los pulmones, forma nódulos y destruye lentamente las vías respiratorias y los capilares sanguíneos. La higiene y los antibióticos han reducido los casos y su gravedad, acortando las interminables —y casi literarias— estancias en los hospitales de montaña a unos tratamientos de unos pocos meses en los países occidentales. La situación, por supuesto, es muy distinta en el mundo en desarrollo.

“La vacuna actual contra la tuberculosis está basada en la bacteria de las vacas”, explica el primer autor de la investigación, Jesús Gonzalo-Asensio, de la facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza. Como esa bacteria vacuna es muy torpe infectando a los seres humanos, resulta fácil atenuarla para que, sin causar la enfermedad, induzca los anticuerpos humanos capaces de neutralizarla. A cambio, esos anticuerpos muestran solo una eficacia limitada, puesto que no van dirigidos contra la bacteria humana, sino contra su lejana prima bovina.

“El problema que nos planteamos es: ¿Por qué la bacteria bovina no contagia con facilidad a los humanos?”, dice Gonzalo, “¿Cuáles son las claves que lo impiden?”. El problema puede parecer intratable si se tiene en cuenta que la bacteria de las vacas y la humana son idénticas en el 99% de su genoma. “Pero esa es más o menos la diferencia entre un humano y un chimpancé”, dice Gonzalo. Y esa es una diferencia que no conviene desdeñar si uno se dedica a la medicina.

La pesquisa de los científicos españoles y franceses ha demostrado que la gran diferencia entre la bacteria humana y bovina se localiza en un solo gen llamado PhoP, un conocido regulador de la virulencia de esta bacteria. Gonzalo y sus colegas creen que esto permitirá generar una vacuna contra la tuberculosis más eficaz y segura, basada en la bacteria humana, pero con el gen de la virulencia (PhoP) inactivado para su acción en humanos. Se sienten optimistas si estiman en 10 años su aplicación clínica. Pero eso no es nada cuando se trata con esta enfermedad de 10.000 años de historia.

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