Por Maite Guitérrez / La Vanguardia
Leon Sandler (Durban, Sudáfrica, 1950) dirige el centro Deshpande de innovación tecnológica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Su objetivo es conectar las investigaciones de esta prestigiosa universidad con el mundo de la empresa y comercializarla. Para ello, cada año destinan un millón de dólares a financiar los proyectos que consideran más prometedores. El jueves impartió una conferencia sobre transferencia de conocimiento en la sede de Aqualogy en Barcelona. Sandler considera imprescindible establecer lazos entre científicos y empresarios, una de las tareas pendientes de la universidad española.
El MIT tenía la sensación de que parte de las ideas y proyectos tecnológicos de los investigadores no llegaban a la sociedad, o tardaban mucho. Se quedaban en la universidad durante años y esto supone una gran pérdida. Así que creímos necesario acelerar el ritmo de salida de los proyectos, para estimular la innovación del MIT. Y también para ayudar a los investigadores a comercializar sus ideas.
Las facultades nos presentan sus propuestas y un comité de 30 personas, de dentro y fuera de la universidad, los evalúa. Miramos el impacto de esa tecnología en la sociedad y que tenga lógica desde el punto de vista científico. Nunca becamos proyectos que puedan tener un impacto social negativo. También tenemos en cuenta el impacto económico, porque si no nadie querrá invertir en los proyectos.
Medimos el riesgo tecnológico y el riesgo de mercado. Y trabajamos con los investigadores para reducir ambos. Así tendrán más posibilidades de captar inversores. Para reducir el riesgo tecnológico se han de hacer los experimentos adecuados, que te den la información necesaria, y nosotros asesoramos a los investigadores sobre ello.
Los científicos han de conocer la perspectiva del mundo de los negocios y entenderla. Necesitan más contacto con el mundo real. Una cosa es la investigación básica, que es necesaria. Publicar en revistas y pensar en lo que el mundo académico espera. Pero también hay que estar en contacto con el mundo de fuera de la universidad. Saber qué es lo que necesita la sociedad, las instituciones y las empresas.
Todos aportan algo muy convincente. una innovación que resuelve un problema real de una forma única y original.
No, la mayoría no se va del MIT. Cuando se crea una spin off o una compañía, ellos sólo llevan la parte tecnológica, asesoran a la empresa. Se forma un equipo multidisciplinar, porque los científicos no son especialistas en negocio. También les ayudamos a encontrar personas encargadas del área comercial y financiera. una vez que hacen una spin off.
Uno es un sensor que mide la concentración de etileno. Es pequeño y muy barato. Esto ayudaría en la conservación de frutas y verduras. Otro muy interesante consiste en un mecanismo para administrar la quimioterapia en el cáncer de boca, más potente y menos peligrosa.
La educación superior en Estados Unidos es muy cara. En el MIT la mayoría de los estudiantes no pagan el coste total de la matrícula. Tienen un programa de becas muy alto y así podemos atraer a los mejores estudiantes, no a los más ricos.
Cada vez hay más gente que se cuestiona el precio de la universidad en el país. En el MIT no tenemos un problema tan grave, porque conseguimos mucho dinero de mecenas y filántropos y más de la mitad de estudiantes tiene algún tipo de beca.
Es algo cultural. En Estados Unidos la gente dona a la universidad, a las oenegés, a la iglesia... Nuestro centro se financia gracias a los padres de dos alumnos, Gururaj y Jaishree Deshpande. También tenemos un exalumno del Instituto Brain que ha donado 300 millones de dólares a ese centro