El paciente afectado llegó en marzo de 2020 para ser tratado en el Área de Oncología del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, procedente de San Petersburgo, con poco más de dos años de edad. Su diagnóstico era un glioma hemisférico de alto grado: un tumor cerebral muy raro que se da generalmente el primer año de vida. El pronóstico de estos pacientes no es bueno en general, ya que se trata de un tipo de tumores difícilmente operables y cuya respuesta a los tratamientos estándar no es buena. En el caso de este pequeño, le habían realizado ya varias cirugías y tratado con quimioterapia sin éxito en su país de origen, donde ya no le ofrecían ninguna opción terapéutica.

La familia del pequeño contactó con el departamento de atención al paciente internacional del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona y mandó una muestra del tumor desde Rusia, para que el equipo del laboratorio de biología molecular estudiase el tumor del niño, con el objetivo de obtener un diagnóstico preciso y la posibilidad de identificar alguna alteración molecular que lo hiciese candidato a un tratamiento dirigido.

En el estudio se detectó una alteración molecular descrita recientemente por un proyecto colaborativo del que el equipo del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona fue parte, que indica que en la formación de algunos gliomas de alto grado en niños pequeños, existen algunas alteraciones moleculares específicas. Una de ellas, que involucra el gen ALK (alteración frecuente en el cáncer de pulmón) se identificó en el tumor del niño.

La terapia molecular dirigida: una opción a explorar para el glioma de alto grado del lactante

El oncólogo que ha tratado al niño y Director asistencial del Área de Oncología, Andrés Morales La Madrid, explica: “Al identificar esta alteración, nuestro equipo empezó a buscar fármacos que tratasen de forma específica esta alteración. Necesitábamos un fármaco para tratar de forma dirigida esta modificación de ALK y que sobre todo llegase bien al cerebro, una parte del organismo donde la acción de los fármacos cuesta más. Existe la llamada barrera hematoencefálica que actúa como obstáculo para sustancias nocivas (entre ellos, los fármacos), algo positivo desde el punto de vista evolutivo, pero negativo para hacer llegar tratamientos al cerebro”, explica Morales. “Entonces surgió la posibilidad de usar un fármaco llamado Alectinib, que se usa en adultos para tratar algunos tipos de cáncer de pulmón con esta alteración ya que, como hay más pacientes afectados, las farmacéuticas han desarrollado fármacos dirigidos”, señala el Director de Oncología del centro.

Con la ayuda de Roche, la empresa que fabrica el fármaco, calcularon la dosis adecuada para adaptarla a un niño de dos años: era necesario realizar los estudios de farmacocinética porque era la primera vez en el mundo que se intentaba este tratamiento en paciente pediátrico y era necesario comprobar que la tolerancia y la toxicidad fuesen aceptables. Una vez calculada la dosis adecuada, se empezó a tratar al niño y semanas después se vio en una resonancia magnética que el tumor de gran tamaño (que no se había logrado extirpar en varias cirugías en el país de origen) se había reducido de forma muy notable entre marzo y junio de 2020, hasta el punto de casi desaparecer.

La resistencia al fármaco, un evento posible también en las terapias dirigidas

Durante meses se siguió tratando al niño con el mismo fármaco pero, en septiembre del mismo año, el equipo que lo trataba detectó que el glioma había desarrollado resistencia al fármaco, algo que puede suceder con las terapias dirigidas. El tumor había crecido y hacía necesario volver a pasar por el quirófano, esta vez en Barcelona. El Jefe del Servicio de Neurocirugía, José Hinojosa, intervino con éxito al niño y le extrajo la totalidad del tumor, que fue mandado nuevamente a analizar. En este caso, el laboratorio de oncología molecular encontró una segunda alteración en el mismo gen ALK. A pesar de la extirpación completa, el tumor volvió a crecer en la misma zona. Por este motivo, el equipo propuso el uso de un segundo fármaco, en este caso el Lorlatinib, indicado en los casos tratados con Alectinib en los que la enfermedad ha progresado. En esta ocasión, y gracias a la ayuda de Pfizer, el niño pudo iniciar el tratamiento, al cual ha mostrado una nueva excelente respuesta, por lo que se espera que la situación continúe estable durante el mayor tiempo posible.

“El tratamiento de este niño ha sido posible gracias al trabajo conjunto del equipo, desde el laboratorio de biología molecular, el equipo quirúrgico y clínico de la Unidad de neurooncología, la farmacia oncológica y la implicación de dos empresas farmacéuticas”, remarca Morales La Madrid. “Casos muy complejos como el de este niño, cuya evolución esperamos que sea positiva, demuestran la importancia de nuestro programa de oncología de precisión, que permite explorar tratamientos para niños que en otros países no lo tendrían. En oncología pediátrica pocos centros lo hacen y, además, nuestro equipo del laboratorio de biología molecular, no solo analiza el tumor, sino que interpreta adecuadamente los datos, ya que no todas las alteraciones que se encuentran en los tumores son siempre relevantes para el crecimiento y progresión del tumor. Si sabemos cuáles inhibir, tenemos más posibilidades de salvar vidas”, concluye Morales.

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