¿Has oído hablar de la enfermedad del beso? El virus de Esptein-Barr es el principal responsable. Este virus es uno de los más conocidos y extendidos a lo largo y ancho del mundo. Alrededor del 95% de las personas se han contagiado en algún momento.

Se conoce también como virus del herpes humano 4 ya que forma parte de la familia de los virus herpes. Al igual que el herpes simple o la varicela presenta dos fases infecciosas: una aguda, que puede manifestarse como un cuadro de mononucleosis, y una fase de latencia o crónica que se ha relacionado con la aparición de otras enfermedades. Sobre esta última cuestión dejamos abajo unos artículos relacionados que puedes encontrar en nuestro blog.

Hoy vamos a comentar brevemente la infección que produce en el estadio inicial o primoinfección.

¿Cómo se contagia?

La mononucleosis se contagia a través de las gotitas de saliva y por eso se le ha llamado la enfermedad del beso. Además se puede contraer al utilizar vasos o cubiertos de una persona infectada.

¿Qué síntomas produce?

La infección primaria antes de los 4 años suele ser asintomática y el cuanto menor es la edad de la persona infectada más leve es el cuadro. Cuando se dan síntomas de mononucleosis, los más frecuentes son: fiebre, fatiga, inflamación de la garganta, de los ganglios linfáticos y/o del hígado, agrandamiento del bazo. Pueden durar de 2 a 4 semanas aunque en algunas personas la fatiga permanece meses.

¿Cómo nos protege nuestro Sistema Inmune?

La inmunidad celular se encarga de controlar la fase de destrucción viral inicial y reducir el virus a la fase latente gracias principalmente a los linfocitos CD8 aunque también colaboran los CD4. En personas inmunodeprimidas que no sean capaces de dar esta respuesta pueden desencadenarse infecciones severas o linfomas.

Gracias a la inmunidad humoral, importante en el control de la diseminación del virus, se producen anticuerpos de distintos tipos. Por ejemplo se producen anticuerpos de tipo IgM que reconocen la cápside del virus (VCA) al aparecer los primeros síntomas y desaparecen en 3-4 meses. También anticuerpos IgG que también reconocen la cápside y aparecen entre la semana 2 y el mes 2 de la infección aguda alcanzando su pico máximo el mes 4 y se mantiene positivo de por vida, pudiendo haber aumentos cuando si el virus se reactiva. A los 3-6 meses aparecen los IgG contra el antígeno nuclear (EBNA) y pueden mantenerse siempre positivos. Gracias al estudio de la cinética de estos anticuerpos se puede ver en qué etapa de la infección nos encontramos. Aumentos en los niveles de anticuerpos contra el antígeno temprano EA, es signo también de una infección activa.

El sistema inmune va a ser por tanto el protagonista en la resolución del proceso. Por este motivo es importante cuidarlo para que pueda eficazmente hacerse cargo de la infección y evitar el desarrollo de enfermedades asociadas.

En este sentido, por su composición específica a base de mediadores inmunitiarios y como terapia dirigida a regular el sistema inmune, la microinmunoterapia puede ser una herramienta terapéutica de interés en las infecciones por EBV ya que contempla múltiples objetivos: dificultar la multiplicación del virus, optimizar la reactividad inmunitaria y con ello el desarrollo de patologías relacionadas con la infección aguda o con la reactivación durante la infección crónica.

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