La temperatura ambiente tiene un efecto considerable sobre la toxicidad de los insecticidas comúnmente utilizados para el control de la malaria, según un estudio liderado por ISGlobal, centro impulsado por la Fundación Bancaria “la Caixa”. Estos resultados, publicados en Malaria Journal, subrayan la necesidad de evaluar la eficacia de dichos químicos en condiciones reales de terreno.

La aparición y propagación de mosquitos resistentes a los insecticidas actualmente utilizados para el control de la malaria es una amenaza a los esfuerzos para eliminar la enfermedad. En África se han detectado mosquitos resistentes a los piretroides, la única clase de insecticidas aprobada para impregnar mosquiteras y muy usada para fumigar las casas. Por ello, es esencial monitorear continuamente la susceptibilidad – o resistencia- de las principales especies de mosquitos Anopheles que transmiten la enfermedad. Se sabe que la eficacia de los insecticidas no sólo depende del principio activo, pero también de otros factores incluyendo la temperatura ambiental. Sin embargo, las pruebas de susceptibilidad normalmente se realizan en laboratorios o insectarios, donde las condiciones de temperatura son siempre las mismas.

En este estudio, el equipo investigador exploró el efecto de la temperatura en la prueba estándar de resistencia, usando cepas resistentes o susceptibles de dos vectores importantes de la enfermedad (An arabiensis y An funestus). Se evaluó la toxicidad del piretroide deltametrina y del carbamato bendiocarb a diferentes temperaturas (18, 25 o 30º).

Los resultados muestran que la temperatura afecta la toxicidad de ambos insecticidas, pero de manera diferente: el bendiocarb perdió eficacia a temperaturas más elevadas para ambos tipos de mosquitos, independientemente si eran susceptibles o resistentes al insecticida. En cambio, las temperaturas altas disminuyeron la toxicidad de la deltametrina para arabiensis susceptibles, pero se observó lo contrario para arabiensis resistentes y funestus susceptibles. El butóxido de piperonilo (PBO), que inhibe los mecanismos de resistencia a piretroides, restauró completamente la susceptibilidad a todas las temperaturas.

Los autores advierten que, a la hora de medir la eficacia de un insecticida, los resultados obtenidos en el laboratorio deben interpretarse con precaución si las pruebas se realizan a una sola temperatura. En el campo, señalan, las temperaturas pueden variar significativamente a lo largo de una misma jornada.

“Realizar las pruebas de eficacia con mosquitos locales y en condiciones reales de terreno (que reflejen la estación del año y el momento del día en que los compuestos deben actuar), proporcionaría una información entomológica más correcta para la toma de decisiones basada en evidencia,” explica Krijn Paaijmans, investigador de ISGlobal y coordinador del estudio. Paaijmans y su equipo también acaban de publicar una revisión sobre la importancia de entender los procesos evolutivos que rigen la aparición de resistencias para mejorar el manejo de estrategias de control vectorial y lograr eliminar la malaria.

Referencia

Glunt KD, Oliver SV, Hunt RH, Paaijmans KP. The impact of temperature on insecticide toxicity against the malaria vectors Anopheles arabiensis and Anopheles funestus. Malar J. 2018 Apr 2;17(1):131. doi: 10.1186/s1293

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