Los hábitats poco frecuentes como los suelos de yeso suelen albergar especies de plantas muy particulares y de gran interés en conservación biológica. Estas singularidades hacen que sea muy difícil prever cómo reaccionará el ecosistema frente a la actividad del ser humano, especialmente a la fragmentación de hábitat que provoca la explotación agrícola. En respuesta a este problema medioambiental, investigadores del área de Biodiversidad y Conservación de la URJC han analizado la variación genética y espacial de tres de las especies más abundantes de una zona de yesos de la cuenca del río Tajo. La principal conclusión de su trabajo determina que estas comunidades tienen una alta capacidad de resistencia o resiliencia. “Hasta ahora, la mayoría de estudios de fragmentación se habían centrado en una sola especie, con frecuencia rara o amenazada, lo que ha limitado la generalidad de los resultados”, destaca Silvia Matesanz, investigadora del programa Ramón y Cajal de la URJC y autora principal del proyecto. “En este estudio se evalúan por primera vez los efectos de la fragmentación del hábitat sobre el conjunto de las especies más representativas que coexisten en esta comunidad de plantas”, añade. Los investigadores apuntan a que esos sistemas son capaces de atenuar los efectos negativos de la fragmentación gracias a las características de las especies estudiadas: son muy abundantes, son polinizadas por insectos generalistas y sus semillas pueden permanecer mucho tiempo en el suelo antes de germinar.

El estudio, publicado en la revista científica Perspectives in Plant Ecology, Evolution and Systematics, combina el trabajo de dos proyectos liderados por la URJC (GYPSEVOL y ROOTS) y otro proyecto a nivel nacional con participación de la universidad (Remedinal-3). Los resultados ofrecen a los expertos un punto de partida de cara a estudiar el potencial evolutivo de estas especies frente al cambio climático.

La evolución histórica mitiga los impactos actuales

Los suelos de yeso constituyen un importante reto para la vida vegetal. Para empezar, sus propiedades físico-químicas, como la pobreza en nutrientes y la existencia de costras superficiales duras, dificultan el establecimiento de las especies de plantas en general. Además, la distribución espacial natural de los afloramientos de yesos es discontinua o de naturaleza insular. Esta fragmentación puede limitar el movimiento de polen o semillas entre las poblaciones y, por tanto, el intercambio genético. Sin embargo, parece que esta exposición a ambientes fragmentados durante siglos hace que estas plantas sean menos sensibles frente a la intensificación agraria. “Nuestros resultados muestran por primera vez que la evolución histórica en un ambiente insular hace más resilientes a las plantas especialistas de yeso a la reciente fragmentación antrópica”, subraya Matesanz. “A pesar de las fuertes restricciones de hábitat, es decir, que plantas muy especializadas que crecen en un paisaje altamente fragmentado, hemos observado altos niveles de diversidad genética en las tres especies y poca diferenciación genética entre las poblaciones, aunque algunas poblaciones eran genéticamente más diversas que otras”, explica la investigadora de la URJC. Estos resultados ponen de relieve la importancia de considerar la variación genética en el diseño de futuros planes de gestión y conservación de especies.

Por Belén Moncalvillo

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