Conocer con detalle la respuesta molecular al ejercicio físico resulta ya imprescindible a la hora de delimitar, por ejemplo, si existe una dosis máxima de ejercicio saludable. Esto adquiere una importancia cada vez mayor ante el imparable aumento de la participación de aficionados en pruebas deportivas exigentes, como maratones y otras carreras populares. La biomedicina cuenta hoy con un nuevo aliado en esta tarea. Son los llamados microRNA, pequeñas moléculas de RNA que contribuyen a regular la expresión de multitud de genes, por ejemplo, los que se expresan cuando hacemos ejercicio. Un trabajo realizado por investigadores de la Universidad de Oviedo, que estudia precisamente la relación entre estos biomarcadores y la práctica deportiva, se ha alzado con el tercer galardón en la decimoséptima edición del Premio Nacional de Medicina Deportiva fallado recientemente.

Eduardo Iglesias Gutiérrez, profesor del Departamento de Biología Funcional y coordinador del estudio, explica que cuando hacemos ejercicio no solo los músculos responden a esa actividad, sino que se pone en marcha una compleja red de comunicación entre distintos tejidos. En esta situación, algunos microRNA, especialmente aquellos que se liberan a la circulación sanguínea, desempeñan un papel muy importante, ya que coordinan las adaptaciones al ejercicio, la recuperación e incluso la reparación de los daños que puedan producirse.

Se ha visto ya que algunos de estos microRNA circulantes son muy útiles en el diagnóstico y el seguimiento de algunas enfermedades cardiacas para cuyo diagnóstico se han venido utilizando otros biomarcadores sanguíneos. Curiosamente, los marcadores clásicos aumentan por encima de los valores normales después de un ejercicio de larga duración, como un maratón.

El objetivo del estudio premiado fue analizar paralelamente el comportamiento de los distintos biomarcadores clásicos y de un grupo de microRNA circulantes en respuesta a diferentes dosis de ejercicio agudo de resistencia. Los especialistas evaluaron, más en concreto, la expresión de estos marcadores en corredores aficionados de mediana edad que habían cubierto una carrera de diez kilómetros, un medio maratón y un maratón.

Eduardo Iglesias Gutiérrez señala que los resultados demuestran que el ejercicio predominantemente aeróbico induce un incremento de los niveles circulantes de los biomarcadores cardiacos clásicos seguido de un periodo rápido de recuperación en no más de 24 horas y añade que ese aumento es proporcional a la dosis de ejercicio llevado a cabo. Los investigadores observaron también que este incremento parecía tener poca o ninguna relevancia clínica, sobre todo, considerando el rápido retorno a los niveles basales y la ausencia de signos de trastorno cardiaco pasadas 72 horas de la carrera. Paralelamente, los resultados arrojaron una variación tanto en el número como en el tipo de los microRNA circulantes en cada carrera. Además, los especialistas comprobaron que estos microRNA eran liberados de forma regulada durante el ejercicio y, por lo tanto, formaban parte de la respuesta del organismo a la práctica de ejercicio. Concretamente, el análisis bioinformático que llevaron a cabo les permitió identificar que esos biomarcadores circulantes podrían estar asociados a fenómenos regenerativos en el corazón.

El coordinador del trabajo recuerda que se ha descrito además que la expresión de los microRNA no solo cambia cuando hacemos ejercicio, sino también con la dieta, por lo que los investigadores llevaron a cabo un control estricto de los alimentos consumidos por los voluntarios que participaron en este estudio, tanto antes como durante y después de cada carrera.

Desde el punto de vista práctico, los resultados de este trabajo muestran que los microRNA circulantes podrían tener un papel relevante en la reparación del daño cardiaco limitado inducido por el ejercicio, lo que abre la puerta al desarrollo de moduladores farmacológicos basados en estos microRNA que simulen el efecto del ejercicio. Actualmente, numerosos grupos de investigación en todo el mundo trabajan en la modulación farmacológica o dietética de la función de los microRNA para el tratamiento de enfermedades y para mejorar la salud de la población. Este estudio es la constatación de que el ejercicio también modifica la expresión de algunos microRNA circulantes y puede desempeñar una función complementaria en este contexto.

El trabajo premiado es resultado de la colaboración de varios equipos en los que han participado, además de la Universidad de Oviedo, el Institut d'Investigació Biomèdica Sant Pau de Barcelona, la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, el Instituto IMDEA Alimentación de Madrid, la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte y el Hospital Valle del Nalón.

Referencia

‘MicroRNA circulantes como biomarcadores cardiacos emergentes: respuesta al ejercicio agudo en sujetos sanos e implicaciones para la salud y el rendimiento'.

Autores: Eduardo Iglesias Gutiérrez, Laura Amado Rodríguez, Pablo Martínez Camblor, Cristina Tomás Zapico, Manuel Fernández Sanjurjo, Sergio Díez Robles, Felipe González González, Natalia Úbeda Martín, Ana María Montero Bravo, Ángela García González, Alberto Dávalos Herrera, Ángel Enrique Díaz Martínez, Manuel Rabadán Ruiz, Vicenta Llorente Cortés y David De Gonzalo Calvo.

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