El pasado 27 de agosto, la revista Particle and Fibre Toxicology publicó un artículo científico que afecta a la seguridad de las agujas de para tatuadores, las tintas de tatuaje y todos los productos de maquillaje permanente: en concreto, el motivo de alerta es que un grupo de investigadores ha conseguido probar la presencia en los ganglios linfáticos de personas tatuadas de nanopartículas de níquel y cromo, procedentes de las agujas de tatuador, y apunta -sin atreverse a ofrecer conclusiones tajantes en este sentido- sobre el posible impacto para la salud de estos metales, que pueden permanecer en el cuerpo humano durante años, en el desarrollo de reacciones alérgicas.

El artículo se puede consultar íntegramente en la web de la revista. Distribution of nickel and chromium containing particles from tattoo needle wear in humans and its possible impact on allergic reactions nos narra paso a paso, siguiendo el estándar de publicaciones científicas de carácter técnico, la metodología y todos los pormenores de la investigación, fruto de una investigación de científicos de 22 países distintos, encabezada por Ines Schreiver, del Instituto Federal de Evaluación de Riesgos de Alemania, y para ha sido necesario el uso del Sincrotrón de Grenoble,

Mediante un experimento en el Sincrotrón-una de las principales instalaciones científicas en Europa- se ha podido demostrar que el dióxido de titanio que contienen algunas tintas provoca un gran desgaste en las agujas de tatuaje, y que en ese proceso de abrasión mecánica, se liberan nanopartículas de metales que viajan por el cuerpo hasta adherirse a los ganglios linfáticos.

De esta forma, también han hallado por fin una explicación científica al pequeño misterio que arrojó un estudio anterior del mismo grupo de trabajo: la presencia de hierro, el cromo y el níquel que se hallaron en el organismo de personas tatuadas, pero cuyas tintas fueron analizadas y no presentaban ninguno de estos metales.

¿De dónde partió la idea que acaban de demostrar?

Resultados difíciles de interpretar en una investigación previa de 2017 sobre la seguridad en tintas de tatuaje

Hay algo curioso en este hallazgo. El experimento que se realizó en el Sinctrotón en 2017, atribuible a este mismo grupo de científicos -el proyecto lo iniciaron el Sincrotón de Grenoble y la Universidad de Múnich- partió de una hipótesis bastante distinta, aunque también relacionada con la seguridad de los tatuajes. En la investigación inicial, se puso el foco en las tintas.

De buen principio, la hipótesis que se pretendía demostrar es que la presencia de nanopartículas de metales en los ganglios del sistema linfático en seres humanos con tatuajes procedía de las tintas de tatuaje utilizadas.Y se llegó a demostrar que los metales presentes en las tintas de tatoo -tanto ingredientes como impurezas- pueden viajar por el cuerpo, en forma de nanopartículas, y adherirse a los ganglios linfáticos.

Sin embargo, al intentarlo por esa vía, se encontraron hasta en 50 ocasiones con que los metales hallados en los ganglios linfánticos de la persona tatuada que participaba en la investigación, no se encontraban en la tinta de tatuaje usada. Por lo que llegaron a la necesaria conclusión de que la tinta no era el único factor a tener en cuenta, tuvieron que ampliar las perspectivas de su investigación. Y ahí es cuando pusieron su foco en las agujas de tatuar.

Algunas conclusiones sobre este estudio sobre la seguridad en agujas para tatuadores

Por fin dos años más tarde, estos investigadores han conseguido, gracias a la ayuda del Sincrotrón, detectar partículas metálicas con níquel y cadmio en biopsias de la piel y los nodos linfáticos de personas tatuadas, con tamaño de nanopartícula, y que inequívocamente no provenían de las tintas de tatuaje usadas, sino del desgaste por abrasión de las agujas para tatuadores.

A nivel sanitario, este descubrimiento prevee un gran problema: cuando las partículas de metal son grandes, es más difícil que sean absorbidas por el organismo, se suelen expulsar en un tiempo razonablemente corto. En cambio, los metales del tamaño nanopartículas son más difíciles para nuestro organismo de detectar, por lo que pueden mantenerse en nuestro cuerpo durante años, facilitando la aparición de reacciones alérgicas y sensibilización sistémica.

Entre las conclusiones del grupo, se desaconseja el uso de tintas de tatuaje que contengan dióxido de titanio. Y aunque no se hacen estimaciones sobre la trascendencia del experimento, sí se valora necesaria la realización de estudios epidemiológicos, en base a miles de casos, para llegar a determinar los peligros reales y el impacto para la salud asociados a la presencia de estas nanopartículas de metales en personas tatuadas.

El Sincrotrón de Grenoble: una de las principales instalaciones científicas en la UE. Foto: Wikipedia

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